Según Paulo Henrique Silva Maia, doctor en salud colectiva por la UFMG, en los primeros años de vida, jugar no es solo una forma de entretenimiento: es una actividad esencial para el desarrollo cognitivo, emocional, social y motor del niño. La ludicidad debe considerarse una parte central de las prácticas pedagógicas en la educación infantil, especialmente en las guarderías.
Más que llenar el tiempo, los juegos estimulan habilidades fundamentales que forman la base del aprendizaje a lo largo de toda la vida. En este artículo, entenderás por qué el juego es tan importante y cómo contribuye al desarrollo integral de los niños en los entornos educativos.
¿Qué es la ludicidad y cuál es su papel en la infancia?
La ludicidad es la capacidad de aprender, interactuar y explorar el mundo a través del juego. Abarca juegos simbólicos, actividades creativas, narración de cuentos, música, danza, dibujo y movimientos libres. En el contexto de la guardería, el espacio lúdico debe ser planificado, seguro e inclusivo, con materiales que fomenten la imaginación, el descubrimiento y la cooperación.
Según Paulo Henrique Silva Maia, es a través del juego que el niño desarrolla su capacidad de expresión, resolución de problemas, autonomía y empatía. Cuando juega, está ejercitando competencias complejas sin darse cuenta de que, en realidad, está aprendiendo.
¿Cómo contribuye el juego al desarrollo integral?
El desarrollo infantil es un proceso multidimensional, y el juego favorece ese crecimiento de forma equilibrada. Veamos cómo actúa la ludicidad en cada dimensión:
Cognitiva
Juegos con bloques, encajes, cuentos y desafíos lógicos estimulan la atención, la memoria, el razonamiento y el lenguaje. A través del juego, el niño aprende a organizar ideas, establecer conexiones y comprender conceptos básicos.

Motriz
Actividades que implican movimiento, como correr, saltar, apilar y dibujar, promueven la coordinación motora fina y gruesa. Esto es esencial para habilidades como escribir, atarse los cordones o manipular objetos con precisión.
Emocional
El juego permite al niño expresar sentimientos, elaborar miedos, enfrentar frustraciones y desarrollar estrategias de afrontamiento. Como explica Paulo Henrique Silva Maia, los juegos simbólicos y las dramatizaciones ayudan a construir la identidad y regular las emociones.
Social
La convivencia en grupo durante las actividades lúdicas enseña nociones de respeto, cooperación, reglas, turnos y convivencia con la diversidad. La guardería es un espacio privilegiado para este tipo de interacción social, fundamental para la vida en sociedad.
¿Cuál es el papel de los educadores en la mediación del juego?
El educador tiene una función fundamental al planificar y mediar experiencias lúdicas. Su papel va más allá de supervisar: debe observar, proponer actividades significativas, adaptar materiales y seguir el progreso de los niños. Paulo Henrique Silva Maia resalta que la mediación sensible del docente potencia los aprendizajes durante el juego.
Esto significa respetar el ritmo de cada niño, promover la inclusión e incentivar la autonomía en sus elecciones. Además, es importante garantizar que las actividades lúdicas estén alineadas con el proyecto pedagógico de la institución, articulando ludicidad e intencionalidad educativa. La colaboración entre escuela y familia es esencial para el desarrollo infantil.
Desafíos y caminos para fortalecer la ludicidad en la guardería
Aunque es reconocida como fundamental, la ludicidad aún enfrenta desafíos en las guarderías brasileñas. Entre los principales se destacan:
- Falta de infraestructura adecuada para actividades lúdicas
- Ausencia de formación específica para los educadores
- Presión por una escolarización precoz
- Escasez de materiales didácticos y juguetes de calidad
Superar estos obstáculos requiere inversión pública, valorización de los profesionales de la educación infantil y creación de entornos acogedores y estimulantes. Paulo Henrique Silva Maia defiende que garantizar el derecho al juego debe estar en el centro de las políticas de primera infancia, ya que representa un compromiso con el desarrollo pleno de las nuevas generaciones.
Autor: Raymondo Murphey